Mover objetos con la mente es REAL
- Mar Giner Rodríguez
- 17 jun 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 23 jun 2024
La capacidad de mover objetos con la mente es una realidad
Recuerdo encontrar un vídeo de Youtube de una chica americana en sari y con ojos grandes. Hablaba de su guru Nithyananda del ashram(monasterio) y tenia una biblioteca entera de cultura vedic
a en su canal. Me aparecieron otros devotos hablando de la vida en el ashram de como era el yoga, el vivir juntos, las practicas.
Empecé a ver vídeos del gurú, había en algunos de ellos algo muy profundo una sabiduría de la que no conocía, la ciencia del yoga lo llamaban. Empecé a leer el libro del guru que me impresionaba más y más. Me acuerdo ese día donde leí sobre vivr desde el corazón e iba caminando por las calles de Polonia respirando por el corazón y sintiendo amor y conectada a las demás personas, deseándoles bien y cumplidos desde adentro.
En ese ashram practicaban los siddhis. Poderes yóguicos. Tenían un grupo de niños que viajaban y mostraban la visión sin ojos físicos. Enseñando como podían leer con los ojos tapados, o encontrar objetos escondidos o ver las enfermedades de las personas.
Además en el ashram mostraban las clases de cómo mover los objetos con la mente. Se sentaban uno enfrente del otro con un coco en la mano y se veía cómo se caía de las manos. Me parecía fascinante, devotos hablando de como la visión remota les permitía ver las casas de sus padres o como podían perderse en el bosque y el guru les iluminaria literalmente el camino de vuelta.
A mí me fascinaba, yo, tan científica y mental, acababa de empezar a leer sobre física cuántica. Este libro tan gordo y hermoso sobre experimentos de levitación. Objetos que se incrustaban en otros en medio de tormentas. El poder del agua de escucharse, pirámides y otros experimentos de la llamada ciencia no oficial.
La magia existía y ya dudaba menos de este mundo de fantasía donde todo era posible, donde podíamos sanarnos unos a otros con estos poderes.
Acabé viendo los vídeos de un devoto que hacía jatas en ese momento llamadas rastas a los devotos y el gurú. La simbología con Shiva y los dioses, cómo contenían energía y funcionaban de antena. Mostraba cómo las hacía y empecé a seguirlo en Facebook.
Qué casualidad y qué ilusión cuando me habló por allí. Le hice algunas preguntas sobre el ashram y me dijo si quería hacerme las jatas. Para entonces ya había visto también muchos vídeos de ratas, de cómo hacerlas, de si era apropiación… 3/5 en diseño humano, investigadora de libro.
Quería que me las hiciera alguien con conocimiento y qué mayor oportunidad que me las hiciera él y poder saber más sobre el gurú y el ashram.
Yo vivía en Polonia en ese momento, estaba de Erasmus de mi carrera de biología y era la primera vez en mi vida que de verdad sentía que tenía el tiempo para descubrirme. Un par de meses después viajé a Eslovaquia donde me encontré con este chico para hacerme las rastas. Es un proceso de largas horas, por lo que nos dedicamos a hablar y hacerle todas las preguntas que me interesaban del ashram.
Al acabar hicimos una puja (un rezo) y le pregunté si podía enseñarme el siddhi de mover objetos con la mente. Este siddhi en particular me interesaba mucho, pues me crié viendo películas de Matilda, una niña que puede mover objetos con su fuerza mental y muchas veces también me creí capaz de ello.
Nos sentamos uno enfrente del otro para meditar y puso cenizas en nuestras frentes y me dio una manzana. La puso en mi mano derecha y la sostenía con la palma abierta. Después de un rato, mientras ambos la mirábamos, empecé a sentir cómo un vórtice de energía se giraba dentro de la manzana. Se sentía muy extraño, como si tuviera vida adentro girando. Luego empezaba a tambalearse de lado a lado.
No podía creer lo que veía. Se movía lentamente hacia un lado de mi mano mientras mi mano estaba quieta como una roca, muy tensa. Llegó un punto donde esta manzana se quedó en un punto casi sin gravedad, inclinada, a punto de caerse de mi mano pero sin hacerlo.
Hasta que cedió a la gravedad y se cayó. No podía creer lo que había visto. No me imaginaba que algo así fuera posible. Era como entrar a una dimensión donde todo podía ser si, como él me dijo, te hacías uno con Dios y con la manzana. Le pregunté sobre el vórtice que sentí y me dijo que cuando lo practican con cocos se siente el agua de dentro moverse en círculos.
Lo volvimos a hacer en mi mano izquierda y otra vez el mismo proceso pero aún más rápido sucedió. Yo sé que yo no moví mi mano, yo sentí la energía de dentro de la manzana y luego como se movía y tambaleaba hasta caer, incluso por el lado de la mano donde era más difícil que eso sucediera.
Me dio la manzana y nos despedimos, me fui de vuelta con mis rastas nuevas pareciendo una loca, pues se acababan de hacer, comiendo esa manzana hasta el bus. Allí encontraría a un personaje bastante interesante, pero esa es otra historia.
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